El amor va bien, hasta que un tipo se nos pone al frente y dice: los declaro marido y mujer hasta que la muerte los separe. Es en ese instante que el amor se jode, es donde empieza el principio del fin. ¿Por qué? Analicemos las palabras del sacerdote, sobre todo aquella que dice: hasta que la muerte los separe; esa es la frase condenatoria, esa frase es automáticamente aburrida, pasar toda mi vida jurando amor a una persona, que seguramente cuando entra al baño deja la tapa de la pasta dental fuera de lugar, que seguro deja la toalla mojada en la cama, que su comida en vez de hambre me dará tristeza, que su madre es una entrometida de lo peor, que ronca por las noches peor que carro viejo y una ensarta de defectos que uno no se dio cuenta en la época del noviazgo. Es entonces que empiezan los reclamos, las culpas, las dudas, etc… es donde justamente las personas dejan de ser una “pareja” y empiezan a comportarse como compañeros de habitación conforme van pasando los años. Luego vienen los hijos, yo quiero 1, yo quiero 2, pensé que querías 1, yo pensé que querías 2.

El matrimonio viene con una carga normativa, tradicional, “sagrada”, que no ha desaparecido con el paso al estado moderno. Las personas hacen fiesta cuando se casan, pero cuando se divorcian es todo lo contrario y las cosas no deberían ser así, el divorcio es el que debe celebrarse, porque simboliza la recuperación de la libertad. Ni el corazón ni el matrimonio son tan malos pero ambos juegan tremendo papel de asustar o hacer sentir demasiado seguro al amor. He vivido en carne viva, como los matrimonios de mi familia, se han ido destruyendo poco a poco, por eso ¿casarme yo? aun no estoy lo suficientemente loco, como para unirme a una tribu de suicidas en potencia. Ahora la pregunta sería: ¿por qué la mayoría de mujeres necesitan casarse para sentirse realmente plenas?

Factor # 1: Enfermedad congénita

Tus bisabuelos se casaron, tus abuelos se casaron, tus padres se casaron, por tal motivo tú también te vas a casar, porque si no lo haces, serás el lunar de tu familia, serás desdichada, infeliz, solterona, vieja amargada, y muchos etc…. No hay cura a esa enfermedad, ni vacuna que ayude a esa idiosincrasia kamikaze de casarse por solidaridad genética.

Factor # 2: Religión

Si tus padres son de aquellos que pertenecen a la cuadrilla del Señor de los Milagros, al Corazón de Jesús, María Auxiliadora y estudiaste toda tu vida en un colegio de monjas, pues te vas a casar quieras o no, con un chico de tu misma condición religiosa, de blanco, con el mismo cura que casó a tus padres y abuelos, habrá una pomposa fiesta; porque de negarte a casarte ante Dios, serás una pagana y te condenaras al infierno por negarte a un sacramento. Ya no tienes escape.

Factor # 3: Todas se casaron menos tú

Resulta que la mujer llega a una edad difícil (digamos 30 años) y descubre que todas sus amigas del colegio ya están casadas y con una fila de hijos viviendo un matrimonio “feliz”. Sin embargo tú, tienes de novia como 20 años con el mismo sujeto y nunca te ha pedido matrimonio. Lo dejas, lo abandonas y decides contraer matrimonio con el primer personaje que se te atraviesa al frente, porque no quieres ser una solterona, porque no quieres ir a los reencuentros de tu promoción acompañada de tu novio cuando todas tienen marido, te sientes una fracasada infeliz, porque piensas que el matrimonio es la base de la felicidad, gracias al millón de telenovelas mexicanas que viste en tu adolescencia donde los protagonistas lograban su felicidad con el matrimonio.

Yo tengo 24 años, vengo de un hogar divorciado, hoy en día mis padres son más felices que antes de estar separados, por lo tanto yo también soy más feliz y como diría el buen Pablo Neruda: PARA QUE NADA NOS SEPARE, QUE NADA NOS UNA